Lo que te va a diferenciar son las preguntas que (te) hacés.

Esto que acabás de leer aplica para todos los ámbitos de la vida: personal, laboral, profesional, vincular. Preguntarnos por las cosas que hacemos va a marcar la diferencia.

Las preguntas siempre nos permiten conocer, conocernos y tener más herramientas para tomar decisiones. Nos obligan a reflexionar, muchas veces nos expulsan porque no tenemos todas las respuestas, pero otras tantas nos impulsan a indagar sobre nosotros mismos, nuestros trabajos y nuestras relaciones. Pueden ser inquietantes cuando nos damos cuenta que aquello que pensamos que teníamos claro era solamente una sospecha. Pueden ser el motor de nuestros cambios o la reafirmación de nuestras convicciones más profundas.

Diferencié anteriormente el plano laboral del profesional y es por lo siguiente. En el ámbito laboral, es evidente que muchas veces estamos limitados a ser totalmente independientes a la hora de tomar decisiones o accionar, ya que operan una variedad de factores que no dependen solamente de nosotros. Una cierta independencia profesional convive con determinadas circunstancias que tenemos que negociar que a veces exceden nuestra órbita.

Sin embargo y a pesar de eso que es inmanente sobre todo al trabajo en relación de dependencia, creo firmemente que en nuestra cotidianeidad sí podemos hacer el ejercicio cada vez más de preguntarnos sobre lo que estamos haciendo. ¿Para qué estoy haciendo esto? ¿Por qué? ¿Se vincula con mi propósito? ¿Cuál es el objetivo de mi intervención en este proyecto? ¿Qué aporte voy a hacer desde mi profesión?

Algunas personas me han dicho que relacionan la pregunta con la duda, con la angustia o la incertidumbre que provoca la falta de respuesta. Lo que me interesa aquí es reivindicar la naturaleza reflexiva de la pregunta. Hace unos meses vengo haciendo un trabajo personal para distinguir mi vida profesional de mi vida laboral y fue totalmente esclarecedor y liberador. Las preguntas que hacemos y que nos hacemos son aquella ventaja, impronta o atributo diferencial que solemos  llamar “valor agregado” y que puede ser incómodo en mayor o menor medida, pero nos permite hacer una pausa en el medio de la cotidianeidad y ratificar nuestro propósito.

Comparte esta publicación

Deja una respuesta