¿Por qué dejé de usar la expresión “no tengo tiempo”?

Esto no es una receta de productividad ni de cómo aprovechar el tiempo. Hay muy buenos artículos y podcasts que dan tips sobre cómo hacerlo, recomiendan aplicaciones que nos ayudan a administrar la cantidad de horas en redes sociales y sugieren hacer listas de tareas para luego tacharlas y lograr esa sensación tan placentera de la labor finalizada.

Esta es una pequeña reflexión basada en mi experiencia personal que me llevó a dejar de usar la expresión “no tengo tiempo”. Esa frase encerraba un montón de cosas que yo no me permitía decir: que tenía ganas de hacer otra actividad en lugar de la que me estaban proponiendo; que no podía concentrarme en aquello que hacía; que no le estaba dando el lugar que se merecía a cierta actividad; que destinaba mucho tiempo a cosas que no me interesaban en detrimento de pocas que sí eran fundamentales para mí, y podría seguir dando ejemplos.

La clave para mí fue descubrir que esa expresión sintetizaba un montón de cuestiones que yo no me permitía decir. “No tengo tiempo” condensaba lo no-dicho al mismo tiempo que me generaba incomodidad porque yo sabía que era errónea, que no era estrictamente eso lo que quería decir.  Al mismo tiempo, la pregunta “para qué hacemos lo que hacemos” era cada vez más recurrente en mis pensamientos, por lo cual decidí simplemente agregar “para esto” a aquella frase que no me cerraba. Fue así que se transformó en “no tengo tiempo para esto”. En otras ocasiones fue: “No, gracias. Quiero hacer otra actividad”; “No me interesa, ya que quiero usar mi tiempo para tal cosa.”, entre otras. Los lectores entenderán que son meros ejemplos y elegirán la variación que más los represente.

Escuchamos a menudo esta frase: “estoy a mil, no tengo tiempo”, casi como un cliché de la vida moderna. Muchas veces sintetiza un estado de ánimo, pero otras tantas me pregunto: si estás a mil todo el tiempo, algo estás haciendo mal. Quizás estás en cosas en las que no tenés que estar, estás participando de reuniones donde no querés estar, estás haciendo muchas cosas para tapar lo realmente importante, o estás haciendo lo que hacía yo: usarlo como latiguillo para esconder el verdadero nudo de la cuestión.

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